Giorgio Armani transformó Park Avenue Armory en la estación de tren más chic de Nueva York para celebrar las muchas épocas de su carrera en la ciudad que le abrió los brazos a finales de los años setenta. Un gran reloj inspirado en el de Tiffany situado en la fachada de la Gran Central recibió a 650 “viajeros” de corbata negra, los invitados de la velada. Entre ellos, sobresalió Brooke Shields, con un look total black de sastrería de terciopelo.
La exposición, la primera en Nueva York y no en Milán desde hace 49 años, celebra la inauguración del nuevo edificio Armani en Madison Avenue.
Por las pasarelas desfilan los grandes temas de la estética de Armani, desde el glamour de los años treinta hasta las influencias orientales, los vientos del desierto, una idea de elegancia pura y sin esfuerzo expresada en colores que van desde los grises urbanos hasta las notas cosméticas del beige, el bronce y el azul pálido.
Giorgio Armani, 50 años de carrera
“Estoy ilusionado y feliz. Vuelvo en un momento especial”, explica el diseñador: “Acabo de cumplir noventa años y mi empresa está a punto de cumplir 50. Estoy inaugurando un edificio del que estoy orgulloso, porque representa un homenaje duradero a una ciudad a la que estoy apegado”.
Desde antes del Covid, Nueva York no había vivido una velada con tanta concentración de creatividad, estilo, celebridades, cultura y todo gracias a un monstruo sagrado del Made in Italy en cuya corte se reunió un equipo súper estelar: Orlando Bloom, Pamela Anderson, Brie Larson, Brooke Shields, Brett Goldstein, Liv Schriver, James Morton, Michael Gandolfini, Darren Starr de “Sex and The City” y “Emily in París”, Laura Pausini, Paola Cortellesi y Romana Maggiore Vergano.
Giammarco Tamberi, oro en salto en Tokio 2020, representó al deporte, a la embajadora en Washington Mariangela Zappia y al cónsul general en Nueva York, Fabrizio Di Michele, y a las instituciones.
La colección Armani evoca un viaje a través de una época llena de visiones y recuerdos. “Me gustaría que el público captara las referencias cinematográficas a la atmósfera de los años 30 y, por un momento, sueñe”, pregunta ‘King Giorgio’.
Giorgio Armani en Nueva York
Armani, que de niño amaba los trenes de juguete, llegó a Nueva York a finales de los años 70 para recibir el Neiman Marcus Fashion Award (el Oscar internacional de la moda), entonces Bergdorf Goodman le abrió las puertas para algunas prendas de la colección masculina.
En 1980, el primer desfile de moda en el Rockefeller Center -Leo dell’Orco y Silvana Armani en la pasarela- coincidió con una película decisiva, “American Gigolo” con Richard Gere, que lo hizo famoso en todo el mundo.
Dos años después de su consagración en la portada de Time, un honor reservado hasta entonces sólo a Christian Dior entre los grandes nombres de la moda. Luego llegaría la retrospectiva en el Guggenheim en 2000; la Met Gala de 2008. “Nueva York y Estados Unidos me han dado mucho. A la larga lista no puedo dejar de añadir el emotivo encuentro con el presidente (Barack) Obama que tuvo lugar en la Casa Blanca en 2016″.
El viaje a la imaginaria estación Armory es un nuevo punto de partida: “Podría haber elegido la sala de fiestas del hotel más bonito de Nueva York, opté por una especie de hangar con un hilo de pensamiento retro”.
De fondo está la entrevista concedida al Corriere della Sera de hace unos días en la que Armani insinuaba que en un par de años dará un paso al costado, pero a juzgar por el espectáculo en la Armería, al rey Giorgio todavía le sobra munición en su arco.