Un diputado libertario confesó este martes que cruza los dedos para que a Javier Milei no se le ocurra vetar el aumento del presupuesto universitario inmediatamente después del asado con el que pretende agasajar a 87 legisladores que blindaron el veto a la movilidad jubilatoria.
«Sería una vergüenza que estemos comiendo asado y el Presidente salga al toque con el veto a las universidades», dijo a LPO.
Entre los que votaron contra la suba de 12 mil pesos a las jubilaciones y estaban invitados a la Residencia Presidencial de Olivos para degustar un asado por 20 mil pesos había preocupación por la falta de timing del Presidente. «Ojalá que no vete ahora», imploraba un aliado del oficialismo.
La incomodidad se expande también hacia el bloque del PRO, donde interpretan que no es lo mismo obstruir desde el Poder Ejecutivo la suba de los haberes previsionales después de la sanción de una ley en el Congreso que hacerlo con el sector universitario. «Hace meses estamos tratando de hacerle entender al gobierno que tiene que atender al problema de las universidades», confesó un legislador.
Coincide con su análisis un colega suyo que también aportó su voto para blindar el tercio a la defensiva de Milei. «El veto a los jubilados le salió barato pero con las universidades puede ser distinto porque el conflicto va a escalar, te pueden tomar facultades y colegios y tenés un plan de lucha de docentes y estudiantes en 10 minutos», conjeturó.
Como sea, la invitación en sí misma resulta extravagante también para los invitados. Salvo por la mayoría del bloque liderado por Gabriel Bornoroni, que parecía alistarse para una excursión estudiantil, los demás reconocían que no había honor en organizar un asado por haber negado un incremento en los ingresos de los jubilados.
De hecho, un funcionario libertario que no estará en el asado admitió ante LPO que la iniciativa «carece de lógica». «Aparte, tratan de estúpidos a los argentinos diciendo que los diputados se van a pagar cada uno el asado», aseveró, y agregó: «no hay nada que festejar».
Para colmo, el festejo es un capítulo más de la nueva estrategia de la Casa Rosada, desde que Mauricio Macri convenció al Presidente de que conduzca no solo a los libertarios sino también a los legisladores del PRO.
Pero Milei no se detuvo en las fronteras partidarias dominadas por el expresidente y habilitó a Patricia Bullrich para ir a buscar diputados radicales, jugada que derivó en la captura de voluntades de Mariano Campero, Martín Arjol, Pablo Cervi, Luis Picat y José Federico Tournier. Fruto de esa maniobra, se agudizó gravemente la tensión interna de la UCR y el bloque de Rodrigo De Loredo quedó al borde de la ruptura.
Aunque el asado podría ser un gesto político que lo tenga a Milei como anfitrión y le permita aprovechar ese rol para demostrar algún atributo de liderazgo, los representantes de los bloques aliados acuden a la cita con temor.
Fuentes del oficialismo en el Congreso advierten, en tanto, que «se empieza a terminar la relación con la gente, sacando el núcleo duro». «Los insultos a los diputados y senadores que tratás de ratas, a la larga, agotan y más todavía si después los invitás a un asado», graficaron.