Victoria Villarruel construye su poder desde el Senado, con un círculo reducido de asesores de confianza y relaciones radiales con senadores aliados, peronistas sin jefes territoriales y los hombres de Mauricio Macri relegados por Javier Milei.
Fuentes parlamentarias confirmaron a LPO que la Vicepresidenta se encontró con el líder del PRO, al menos, en cuatro ocasiones. Una de esas citas fue en Villa la Angostura como reveló en exclusiva LPO, otra se produjo en un evento social que incluyó una charla casual entre ambos y luego concertaron dos entrevistas mano a mano.
Villarruel se habría encargado de relativizar la densidad política de esas conversaciones con Macri ante quienes le preguntaron por las revelaciones de LPO. Sin embargo, esos encuentros causaron profundo malestar en Casa Rosada, donde perciben la autonomía de la Vice como una amenaza y, paradójicamente, empequeñecen al Jefe de Estado.
Pero además de verse con el ex presidente, Villarruel mantiene reuniones sistemáticas con el diputado Diego Santilli, quien buscó de mil maneras llamar la atención de Milei pero sintió una y otra vez su desaire. El gesto que lo dejó más expuesto frente a sus colegas, fue cuando llamó por teléfono a Milei para decirle que estaba en contra del 30 por ciento del aumento de las dietas de los legisladores.
De hecho, la definición de Karina Milei y Lule Menem de ir el año que viene con José Luis Espert o Sebastián Pareja como primer candidato a diputado en la provincia de Buenos Aires complica los planes políticos del ex vicejefe de Gobierno. Santilli no abandona sus aspiraciones a gobernar la provincia más grande del país.
El nexo de Santilli con Villarruel se fue tejiendo con el auspicio de Juan Martín Donato, director de Atención Ciudadana en el Senado y líder de la agrupación juvenil Derecha Argentina. Como informó LPO, Donato llegó al entorno de la Vice de la mano del diputado Guillermo Montenegro, un dirigente que supo ser muy cercano a ella pero que terminó fuera de su armado.
En el entorno de Santilli le quitan entidad a estos encuentros: «El Colo habla con todos», afirman y destacan que el diputado «está trabajando un acercamiento político con Santiago Caputo y Karina Milei».
Por esa razón, se especula con que el referente de «los pibes de Villarruel» promueve una franquicia macrista con vestimenta libertaria, un diseño que habrían pergeñado Montenegro y Santilli entre el Salón de Pasos Perdidos y sus despachos en la Cámara Baja. El problema es que las dos mujeres más cercanas a Villarruel, María Guadalupe Jones y María Laura Izzo, no terminan de aceptar al diputado macrista.
Pero la Vicepresidenta no tiene apuro. Esa prudencia fue sufrida en carne propia por Claudia Rucci, quien fue designada como directora del Observatorio de Derechos Humanos de la cámara pero fue desautorizada en dos ocasiones por organizar actos para que se luzca su jefa en territorio bonaerense.
Después de Jones, Izzo, Rucci y Donato, cierran el núcleo duro de la compañera de fórmula de Milei el secretario parlamentario, Agustín Giustinian, un reputado cuadro que sirvió a Federico Pinedo, y su vocero, Gaspar Bosch, otro hombre de Montenegro.
A ese equipo de asesores, se suman de forma radial los senadores aliados que, como también publicó LPO, encuentran en la oficina de Villarruel la única ventanilla del gobierno. La lista incluye al correntino Eduardo Vischi y el salteño Juan Carlos Romero, a quienes José Mayans acusa de ser los presidentes de la bancada oficialista, y también comprende a los radicales Rodolfo Suárez, Mariana Juri y Pablo Blanco, la rionegrina Mónica Silva y la larretista Guadalupe Tagliaferri.
No son pocos los peronistas de centro que ven en la Vice una opción más amigable que Milei, pero sobre todo más amigable que Karina y Santiago Caputo.
Tan es así que LPO ya contó que una senadora peronista reveló que la Vicepresidenta se autopercibe peronista y así lo hace saber en reuniones con senadores de esa fuerza. Ese trascendido suele armar desparramos en un peronismo detartalado.
Como sea, testigos de su rutina parlamentaria observan que Villarruel todavía no detenta un armado robusto y que casi todo su capital reposa en sus reflejos para intervenir políticamente en las discusiones públicas y las sesiones. Y en medio del desfiladero que el oficialismo transita por las dificultades económicas y sus déficit de gestión, quienes mejor la conocen deslizan que celebra en secreto que le haya explotado a Martín Menem la bomba de la visita de seis diputados a Alfredo Astiz y los demás genocidas detenidos en Ezeiza.