El 18 de julio de 1994, miembros del grupo terrorista Hezbolá, brazo armado de la República Islámica de Irán, estrellaron un coche bomba contra la sede de la AMIA en la calle Pasteur, plena Ciudad de Buenos Aires. Dos años antes habían atentado contra la Embajada de Israel. Muchos creímos que el terror no se podía volver a repetir. También creímos que, después del Holocausto, no podíamos volver a ver una ola de odio antisemita y persecución tan grande como la que estamos viviendo en la actualidad. Nos equivocamos en todo.
El atentado contra la sede de la AMIA no fue contra Israel, ni contra los judíos, sino contra todos los argentinos. Sin embargo, los que volaron la AMIA son los que hoy piden abiertamente por la destrucción del Estado de Israel y defienden sin pudor al terrorismo de Hamás, disfrazando su antisemitismo de antisionismo. Los mismos discursos de odio contra el pueblo judío son aún sostenidos por los autores intelectuales del atentado, hoy funcionarios del régimen iraní. Los objetivos de Hezbolá son los mismos objetivos que hoy tiene Hamás, por eso no podemos estar tranquilos.
Se cumplen 30 años del acto terrorista más grande de nuestra historia, un atentado antisemita impulsado por el odio, que terminó con la vida de 85 inocentes. Y este aniversario nos encuentra con rehenes argentinos en Gaza, víctimas de Hamás.
Son 30 años de una causa judicial estancada y de responsables que no fueron juzgados. De encubrimientos, de conexiones locales nunca esclarecidas, de errores en la investigación, de operaciones de inteligencia que lo único que hicieron fue que la verdad quede cada día más lejos y de deudas pendientes del Estado Nacional. Celebramos que Hamas haya sido declarada organización terrorista por el Estado argentino. Esperamos que pronto la posibilidad del juicio en ausencia sea ley y que tengamos una nueva ley antiterrorista que nos proteja mejor.
En estos 30 años los argentinos tuvimos que soportar que nuestro país firmara un pacto de impunidad con Irán. Celebramos que eso haya terminado y actualmente tener otras señales, como el reciente fallo de la Cámara de Casación condenando a Irán como Estado terrorista y responsable de los dos atentados. Esperamos que esto tenga consecuencias concretas y nuestro país rompa relaciones diplomáticas con los responsables de tanta crueldad.
Vivimos 30 años de memoria. Porque sin memoria, el antisemitismo y el terrorismo van a seguir ganando la batalla. Porque si no estamos todos en esta lucha, cuando nos demos cuenta, puede ser demasiado tarde.
Nos encontramos, como todos los años, el jueves 18 a las 9:30 hs. Seguiremos reclamando justicia, seguiremos reclamando que se termine la impunidad. Una vez más, como hace 30 años, diremos presente, hoy y siempre.