Zaida Mamani tiene 38 años, nació en Bolivia y hace casi 20 que vive en Buenos Aires. Su vida dio un vuelco cuando su hija Joselin fue asesinada de 74 puñaladas y la Justicia comenzó a investigarla por el crimen. En las últimas semanas, la causa fue elevada a juicio y ella es la única acusada.
Mamani legó a la Argentina con 19 años, de la mano de su padre, y rápidamente comenzó a trabajar como costurera en un taller para ayudar en la economía familiar. Allí conoció al papá de su hija mayor, quien según ella la abandonó cuando cursaba el tercer mes de embarazo. “Primero dijo que se iba a hacer cargo, pero nunca apareció”, contó a TN.
En aquel momento, su situación económica y el abandono de quien era su pareja no le permitían dejar de trabajar por lo que se mantuvo como costurera hasta el sexto mes de embarazado. Necesitaba pagar la pieza que alquilaba en la localidad bonaerense de Longchamps.
Ni bien nació su primera hija, Zaida volvió al trabajo y a la bebé la cuidaron primero sus hermanas y luego unas jóvenes que había conocido en una iglesia que frecuentaba habitualmente. En esa misma iglesia también conoció a Carlos Correa. “Decía que venía de Bolivia, que era un hombre soltero y que era cristiano”, recordó.
Pasado un año y dos meses del nacimiento de Joselin, cuando tenía 21 años decidió ir a convivir a lo de su nueva pareja: “Me trajo para su casilla, en la que actualmente estoy viviendo”.
Zaida reconoció que los primeros años de la relación convivieron bien, pese a que Correa le reveló que tenía cinco hijos, algo que no había mencionado cuando empezaron a salir. Sin embargo, ella aceptó todo. Pero al poco tiempo, cayó en otra de sus mentiras: “Nunca me dijo que estaba casado con su expareja”.
El principio del fin de la relación llegó cuando Rubén Correa, el hijo de Carlos, llegó a Buenos Aires para vivir con ellos y comenzó a revelar cosas. “Me dijo que los hijos vivían en Salta, que es donde nacieron, y él me había dicho que venía de Bolivia”.
Al poco tiempo llegaron las preguntas incómodas: “Llevábamos 4 años de relación, el hijo (Rubén) me preguntaba cómo me trataba y cómo era la relación. Ahí me contó que le pegaba a su mamá, que lo habían denunciado y que había terminado preso”.
También le contó que nunca se había divorciado porque Rubén no quería filmar los papeles. “Me engañó durante 4 años, a todos, a toda mi familia también. Yo pensé que era un padre soltero y separado”, dijo Zaida a TN.
Aquella situación, contó ella, fue un quiebre en la relación que se estiró casi cuatro años más y que vivió momentos de tensión constantemente. Las pesadillas que Correa tenía también fueron otra alerta para Zaida, que se enteró también que su pareja había estado preso una segunda vez.
“Me contó que había matado a una persona en defensa propia. Que le estaban robando y le dio un escopetazo en el pie. Ahí fue que me pregunté con qué clase de hombre estaba viviendo”, expresó la mamá de Joselin.
La charla agravó aun más la convivencia y, según ella, Correa empezó a tener actitudes violentas de manera constante. “Se enojaba y era violento, machista. Muchas veces traté de irme de mi casa, pero me hacía volver. No sabía que me manipulaba”, denunció Zaida.
“Muchas veces mi garganta andaba dolorida, nunca estaba sana. A veces me obligaba a tener relaciones cuando estaba con mi periodo menstrual. Cuando el quería tener intimidad y yo no quería, me sacaba de la cama”, contó.
En ese sentido, describió situaciones aun más violenta: “Una vez me asfixió con la almohada. Otra vez me puso un cinturón y me preguntó por qué no quería tener relaciones, me acusaba de estar con otro. Cuando el me pedía tenía que aceptar aunque fuera una molestia para mí”.
Ahi fue que reveló una de las frases que le quedó grabada en la memoria. “Si yo quiero te degollo, porque total los que matan salen rápido de la cárcel. Yo salgo y te mato a vos”, le dijo una noche Correa mientras la agarraba del cuello. Ella tomó la decisión de denunciarlo, pero él regresó y le pidió perdón: “Yo volví a perdonarlo, no se por qué lo hacía”.
En paralelo, Zaida contó cómo vivía Joselin aquellas agresiones: “Carlos se acostumbró a pegarme cuando mi hija estaba durmiendo. Buscaba ese momento. Joselin escuchaba las discusiones y por eso lo acusaba de mentiroso. Mi hija no le tenía miedo y a mi no me gustaba que la retara o golpeara”.
La supuesta infidelidad con su hijo, la gota que rebalsó el vaso
Uno de los puntos de mayor tensión en la relación fue cuando Carlos Correa comenzó a desconfiar de que Zaida Mamani le era infiel con su propio hijo, Rubén, que vivía con ellos.
“Siento algo por vos, estoy pensando todo el día en vos”, esa frase fue la que utilizó Rubén Correa para declararle el amor a Zaida mientras seguía en pareja con su padre. “A mi me sorprendió proque yo nunca le había sido infiel a mis parejas”, reconoció ella.
De acuerdo a la versión de la mujer, en aquella oportunidad no ocurrió nada: “Fue respetuoso, no me tocó ni me hizo nada. Yo le pedí que no dijera esas cosas, que se sacara esa idea de la cabeza”.
Al otro día, tomó la decisión de contarle a su pareja. “Yo no podía ocultar esto, por si en algún momento me podía agarrar Carlos. Eso fue para mal porque no me creía, me decía mentirosa. Nos acusó de tener sexo, me tiró la ropa a la calle por la ventana y yo me fui porque no me creía”, relató. Luego, ambos hombres le pidieron perdón y ella regreó a la casa.
Tiempo después, pasó otra situación: “Entré a su casa y cerró la puerta. Cuando se me insinuó, le pedí que no lo hiciera y justó llegó su padre. Nos decubrió encerrados, agarró un vidrio y me quiso cortar, pero Rubén me defendió”.
Los idas y vuelta en la relación fueron varios. En este sentido, ella contó que el punto de quiebre currió cuando Carlos Correa le respondió se negó a tener más hijos y a casarse. Con la separación, acordaron que ninguno iba a perjudicar al otro si salían con una nueva pareja, pero eso no pasó.
Zaida conoció a un hombre con el que comenzó a salir, pero a los dos meses Correa volvió y le pidió recomponer la relación: “Estaba jugando conmigo, de ahí no pudimos estar nunca más bien”.
La separación finalmente se dio y luego de seis meses Correa le pidió si podía pasar a visitar a Joselin. “Yo sentía que no era quién para impedirle que la visitara. Ella me decía “es un mentiroso, no te ama” y tenía razón. Pero nunca apareció, ni para su cumpleaños, ni para Navidad, ni para Año Nuevo”, contó a este portal.
Luego de un tiempo prolongado, comenzó a salir con el hijo de su expareja. “La intimidad con Rubén empezó cuando me separé de Carlos. No fue al poco tiempo”, aseguró Zaida.
De las frases bíblicas en la pared a ser la única acusada del crimen de su hija
“Soy Carlos, siempre oren por mi”, fue la primera frase que encontró Zaida, un día cualquiera, en la parte de atrás de la puerta de su baño. Pero en cuestión de semanas se dio cuenta que estaba en todos lados y que el hombre entraba sin permiso. “Puso su nombre en cada máquina industrial que teníamos, en el freezer, en el teclado y en la mesa”, contó.
Automáticamente decidió contarle a Joselin para que estuviera atenta: “Me dijo ´papá tiene otra llave´ y agarró un corta hilos para tachar las cosas que había escrito”.
“Teníamos la idea de cambiar la cerradura, pero no llegamos a comprarla”, explicó.
Lo que la mamá de Joselin no entiende es como ella terminó siendo la única imputada por el crimen de 74 puñaladas de su hija: “No entiendo qué pruebas tienen en sus manos. Yo soy una mamá que es víctima y tengo pruebas, tengo rasguños. ¿Por qué no investigaron?”.
“No hicieron nada, no sé si porque soy boliviana o porque no les importó el dolor de mi hija. Yo confié en que iban a encontrar al asesino de mi hija. Di todas las aclaraciones, me hicieron hacer dos veces el recorrido que hice de ese día. por donde fui y volvi”, contó.
En ese sentido, agregó: “¿Qué mamá haría eso? No soy un monstruo para que me digan que la asesiné. ¿Eso será justicia? Como es posible que digan eso, conociendo bien que hablo con la verdad”.
Con respecto al presunto culpable del crimen, apuntó contra su expareja: “Por ahí mandó a alguien a matarla o por ahí vino él mismo. Él también hablaba de la casa. Cuando nos casamos con Rubén le mandó un mensaje: ´Quiero la casa, desocupenla que la voy a vender´”.
“Hasta que no se sepa quién fue, yo tengo miedo, podrían volverme a hacer daño. No piensan en mí, mi vida corre peligro y la vida de mi otra hija. No voy a salir de esta casa hasta que se haga justicia y salga a la vista el asesino”, reclamó.
Por último, se mostró optimista de cara al juicio: “En este juicio yo tengo fe que va a salir a la luz, sí o sí tienen que encontrar al culpable. Tiene que pagar la condena por lo que hizo”.