Semanas atrás, Santiago del Moro anunció que en las próximas emisiones de Gran Hermano (Telefe) se pondría en marcha “Congelados”, un desafío implacable para los participantes. “En un futuro, puede ser que suene una alarma y que todos tengan que quedarse inmóviles, como si fuesen una estructura de hielo. Va a entrar algún familiar o ser querido. Les va a poder decir algo lindo. Ustedes no pueden reaccionar nada”, le había adelantado el conductor a los participantes. A la vez, fue claro y tajante con las reglas a seguir. “Quizás puedan ir a placa o ser expulsados directamente, así que no es algo para festejar, es algo para la presión del juego”, les explicó.
Así las cosas, este lunes por la noche fue el turno de que Rosina y Manzana recibieran familia en la casa en la que conviven desde diciembre pasado. La primera en ingresar en esta ocasión fue Fabiana, la mamá de la participante uruguaya, quien la recibió con una enorme sonrisa la cual fue matizando con las lágrimas que le empezaron a caer en su rostro debido a la gran emoción que sentía. “¡Hola a todos! Quieta, quieta mi amor. Quedate quietita”, le pedía a su hija mientras ella seguía llorando.
“¡Qué lindo verte, qué lindo verte acá. Estás hermosa. no te muevas, podés llorar y mirarme”, seguía Fabiana mientras le acariciaba el rostro a Rosina, con suma ternura. “Estás preciosa, mi amor, ¡linda! Te traje algo para compartir. Disfrutá. Yo sí te puedo tocar. Podés reirte. ¿Estás feliz? Porque yo estoy feliz de verte, de verte acá, lograste lo que siempre soñaste, que es estar acá. Te lo merecés. Sabés que sos privilegiada en estar acá, como todos tus compañeros y amigos que están en la casa. Es un privilegio haber sido seleccionada y estar acá”, insistía la señora.
A Rosina, en tanto, le era imposible contener su gran emoción. “Tratá de disfrutar de esa hermosa casa que ahora la voy a ver, cada lugarcito. Tratá de disfrutarlo. Después vas a tener recuerdos de cada uno, cuando no estés más acá. Te van a quedar recuerdos para toda la vida de esta hermosa casa, que ahora es tu casa. Estás linda, estás preciosa”, insistía Fabiana mientras la seguía acariciando, en su cara y sus hombros a su hija. “Estás llena de mosquitos. ¡Quedate quieta!”, le pedía a la vez en que hacía referencia a la gran invasión de insectos que se está viviendo en la Argentina y que la casa de GH no está exenta de la misma. “Quedate quieta”, le remarcó mientras le daba un beso en el cachete.
“Llorá mi amor, si tenés ganas de llorar”, insistía Fabiana al ver el estado de ánimo conmovido de su hija, mientras le daba un beso en la otra mejilla. “Tenés que estar bien, es lo que toda la vida soñaste, estar acá. Tenés que sentirte feliz. Estás hermosa. Después ya vamos a salir, y te vas a dormir, y mamá te va a hacer caricias… Llorá, así te desahogás. No te muevas”, seguía la madre al tiempo en que abrazaba a su hija, que a esa altura del encuentro, ya era un mar de lágrimas. A continuación, la señora levantó el paquete en papel madera que llevaba para regalarle a su hija y recorrió brevemente la casa, comenzando por el living y luego yendo directamente a la habitación que ocupa su hija. Allí dejó el paquete.
“Ya te dejé unas golosinas que son para que las compartas con todos tus amigos de la casa”, reveló Fabiana. “Estoy feliz de verte. Sé feliz. Divertite lo más que puedas. Me voy”, dijo y en ese punto Rosina abrió la boca. “¿Mágica?”, preguntó ella por su gata, violando la ley del desafío. Por último, madre e hija se dieron un beso y un abrazo final ante la cuenta regresiva de Gran Hermano.
La emoción fue generalizada y todos abrazaron a Rosina cuando el GH “descongeló” a los participantes. “No puedo creer que vino mi mamá, chicos. ¡Fue mágico esto!”, celebró la joven, ya repuesta de su gran emoción. Pero un rato más tarde, se provocaría otro subidón sentimental cuando volvería a sonar la chicharra y todos quedaran tiesos ante el ingreso de Luciana, la novia de Big Apple, quien quedó congelado en el living.
La reacción de Manzana con el ingreso de su novia Luciana a GH
“¡Buenas! ¿Cómo están”, dijo la morocha, sonriente. Y luego se dirigió a su novio pidiéndole que se quedara quieto al tiempo en que le daba un beso en la boca. “Quedate quieto. Te amo mucho, ¿sí?”, le susurró Luciana. “Estoy bien. Te traje para que compartas con los chicos”, agregó y dejó el paquete en uno de los sillónes. Luego se dedicó a recorrer la casa ante la quietud de su novio y de todos sus compañeros. Después de mirar el living, fue hacia uno de los cuartos, miró hacia el interior del otro. También revisó el baño con curiosidad. Y al regresar a la sala principal, casi patina. “Ya sé por qué todos se resbalan ahí”, acotó, divertida. Luego volvió para abrazar a su pareja. “Estoy muy orgullosa de vos, disfrutá cada momento, ¿sí? Es una experiencia única. Yo estoy bien”, le decía mientras le daba más besos y caricias en la cara.
“Te extraño todos los días”, le decía ella, mientras Manzana apenas sonreía y apretaba los labios para aguantarse las ganas de hablar. “¡Estás más flaco!”, le dijo Luciana, a la vez en que elogió a todos los integrantes de la casa: “¡Son todos muy lindos!”.
“Tranqui, tranquilo, sí. Estoy bien”, seguía repitiendo ella casi como un mantra. “Te amo mucho. Te merecés estar acá, lo sabés eso. Disfrutá todo el tiempo. Tranquilo, tranquilo. Está todo bien”, insistía mientras le daba más y más besos en la boca. “Quedate quieto”, le pidió por enésima vez mientras él intentaba abrir un poco su boca, desafiando los límites del juego. Luego comenzó la cuenta regresiva que marcaba el final del desafío y Luciana se retiró no sin dedicarle más besos y otro tierno “te amo mucho”.
Al irse, Manzana cerró los ojos y se quedó así un buen rato, como queriendo procesar lo que había vivido. El Gran Hermano habló para descongelar a la casa y el tucumano se quebró mientras recibía el abrazo de sus compañeros. “¡Qué hermosa que es tu novia!”, le dijeron mientras él seguía mudo, aunque sonriente. Una vez que se repuso, pudo decir: “No puedo creerlo, amigo. Jamás la he visto tan radiante. Es increíble… ¡Qué linda que es, qué linda que es!”.