Diseñadores, “influencers”, compradores y famosos se reúnen desde hoy en el 40º aniversario de la Semana de la Moda de Londres, intentando olvidar la sombría coyuntura económica del Reino Unido y del sector.
Sobre pasarelas físicas o virtuales, alrededor de sesenta talentos emergentes e iconos de la moda como Burberry presentarán sus colecciones otoño/invierno 2024 en todo Londres, e intentarán transmitir la audacia y la energía de esta capital multicultural.
El desfile del irlandés y estadounidense Paul Costelloe, uno de los diseñadores favoritos de la princesa Diana, dio el pistoletazo de salida a la ‘London Fashion Week’, sin la presencia del veterano creador, de 78 años, en cama debido a una infección viral.
Su colección “Once upon a Time” rinde homenaje a la ciudad de Nueva York, donde residió. El modisto presentó un diseño clásico, en el que aparecen taxis amarillos y rascacielos en los pañuelos o las blusas, acompañados de amplios abrigos.
Por su parte, la ucraniana Masha Popova presentó una colección inspirada en la moda de principios de los años 2000.
El fin de semana dejará paso a nombres más conocidos como JW Anderson, declarado diseñador del año 2023 por Vogue; Richard Quinn, Ahluwalia o Simone Rocha, invitada por Jean-Paul Gaultier para su colección de alta costura primavera/verano de 2024 en París hace unas semanas.
La moda británica en crisis
Esta 40ª edición no se desarrolla en el mejor de los contextos para la industria de la moda británica. Tras el brexit, que penalizó el comercio con Europa, el Reino Unido atraviesa una dura crisis de poder adquisitivo provocada por la inflación desde hace casi dos años, poniendo en dificultades a las casas jóvenes.
Las nuevas marcas cuestionan cada vez más la conveniencia de invertir miles de libras en desfiles, como Dilara Findikoglu que, el pasado septiembre, sorprendió al anunciar la cancelación de su desfile por motivos económicos.
Esta industria emplea a casi 900.000 personas en el Reino Unido y contribuye con 21.000 millones de libras (unos 26.300 millones de dólares) a la economía británica, según el British Fashion Council (BFC), que organiza el evento.
Sin embargo, el sector vive un período “delicado”, señaló la directora del BFC, Caroline Rush, en una entrevista con la AFP. Pero “lo que nos enseñan 40 años de retrospectiva es que es en los períodos más difíciles económicamente cuando observamos la creatividad más increíble”, añadió.
Un poco de historia
En 1984, una carpa instalada frente al antiguo Commonwealth Institute, en el oeste de Londres, acogió la primera edición de la Semana de la Moda británica.
Sin ser tenida en gran consideración en sus inicios, la Semana de la Moda de Londres despegó gracias a diseñadores legendarios y rebeldes como Vivienne Westwood o John Galliano, que pusieron a la ciudad en el mapa de la moda.
Después llegó la era “Cool Britannia”, a finales de los años 1990, un período de euforia cultural en el que Stella McCartney y Matthew Williamson vistieron a las supermodelos Kate Moss y Naomi Campbell.
Desde entonces, la semana londinense ha perdido su poder de atracción, con la marcha de diseñadores y casas de renombre, que ahora prefieren desfilar en París, como Alexander McQueen, Victoria Beckham y Stella McCartney.
Pero su programa de patrocinio NEWGEN, del British Fashion Council, que ha facilitado el surgimiento de muchos diseñadores jóvenes, ha confirmado la posición de Londres como laboratorio de talentos.
Esta edición de aniversario quiere situarse bajo el signo de una mayor diversidad e inclusión, tanto en los cuerpos, la edad o el color de piel de los modelos, como en las colecciones, con creadores e inspiraciones del Caribe, Irán o Etiopía.