El actor Carlos Belloso recrea un presente distópico en su unipersonal «El aparato», donde recurre a algunas de las formulaciones de George Orwell en «1984» para pintar el aparato de control de un Estado con sus ciudadanos en un juego con implicancias actuales.
Al mismo tiempo, Belloso se luce interpretando dos personajes distintos (un inspector de escuelas rurales y un domador de circo) en «Salvajada», la imaginativa y lograda adaptación del cuento «Juan Darién» de Horacio Quiroga, que realizó Mauricio Kartun y dirige Luis Rivera López en el Metropolitan.
«El aparato», que Belloso comenzó a idear en diciembre de 2021 como respuesta al avance de las derechas en el mundo y estrenó en septiembre 2023, se puede ver los miércoles a las 20.30 en Chacarerean Teatro (Nicaragua 5565), mientras que «Salvajada», estrenada a fines del año pasado en el Teatro Nacional Cervantes, ahora ofrece funciones los jueves a las 20 y los viernes a las 22.15 en el teatro Metropolitan (avenida Corrientes 1343), ambos de la Ciudad de Buenos Aires.
«Haciendo la obra atravesé las PASO, las elecciones generales y el ballotage; si bien la obra yo la pensé como un análisis de la sociedad en la que nos estamos convirtiendo con un aparato ideológico del Estado muy potente, toda esta coyuntura que atravesó la obra la transformó en una cosa muy referente a la actualidad», comenta Belloso en una primera aproximación a este trabajo.
«El poder parece que fuera el dictador pero en realidad hay un estado profundo que de alguna manera maneja los piolines del poder verdadero y también la cuestión de la sociedad actual que te impulsa cada vez más a estar individualmente solo y menos colectivamente juntos»
«Está basada en ‘1984’, un libro que habla sobre el funcionamiento de un aparato ideológico y represivo de Estado, ya sea el gobierno de Alberto Fernández o de Javier Milei, donde en el primer caso si bien las demandas populares podían ser escuchadas no dejaba de tratarse de un aparato ideológico mientras que con las políticas neoliberales extremas, como es el caso del actual Gobierno, puede tener otras connotaciones, más represivas», detalló el actor que surgió en el under a través del humor, la intervención y la performance con Los Melli, emblemático dúo que conformó con Damián Dreizik.
«Lo que me interesaba cuando comencé la investigación de todo esto era meterme con el aparato ideológico que hay en todo poder político o gubernamental, también me basé mucho en un libro que se llama ‘Realismo capitalista’ (Mark Fisher), que tiene que ver con cómo son los síntomas del capitalismo extremo y que también se hace la pregunta: ‘¿hay una alternativa o no hay una alternativa al capitalismo?’. Hay una frase de Fredric Jameson que dice que es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo», resume el actor, que en este trabajo está dirigido por Hernán «Curly» Jiménez.
«Estamos viviendo -aclara- una situación muy muy de posverdad y mi espectáculo habla de eso: ya la realidad se terminó, llámenlo fake news, mecánica cuántica, lo que quieran, pero no hay más realidad y ante la pregunta si la realidad supera la ficción, en el espectáculo yo digo «la realidad no existe, existe una ficción permanente».
En el espectáculo ideado por Belloso hay una pastilla que hay que tomar que es un analgésico pero después se revela como dopamina para que la sociedad esté esquizofrénica, hay también un dispositivo de odio, una tal Secretaría de Justilamento, que responde a la unión de la Justicia y el Parlamento, un comodoro Py caracterizado como Popeye que reúne lo político, la militar y lo judicial y un Gran Otro con máscara y peluca, extraído del psicoanalista francés Jacques Lacan, que es un remedo del Gran Hermano de Orwell en «1984».
-Desde «Para fanáticos», «Doctor Peuser», «Escaparate» venís trabajando una línea particular de unipersonal.
-Yo vengo del varieté, el Parakultural era varieté, y tengo ese modo de trabajo performático donde armo cosas de cinco a diez minutos, de diez a quince minutos, después las uno y armo algo más extenso donde puedo describir una estética y un mundo donde puedo moverme, siempre con el auxilio muy útil de la literatura. En «El aparato», por ejemplo, el monólogo del comodoro Py es Giorgio Agamben con la figura del estado de excepción, y también está el concepto de totalitarismo invertido de Sheldon Wolin, que dice que en Estados Unidos estamos ante una democracia dirigida por billonarios que son senadores y hacen leyes para ellos mismos.
-¿Siempre trabajás desde el humor?
-No, no siempre, pero en este caso lo llame a Hernán «Curly» Jiménez para la dirección porque él tiene un timing para el humor y la comedia perfectos. Lo llamé y le dije: «Ponele a la puesta mucho humor porque lo que estoy pensando es muy denso, es muy pesado», y el resultado es un espectáculo que te hace pensar, donde tragás la saliva porque te está hablando de una situación complicada pero donde hay humor todo el tiempo.
«Haciendo la obra atravesé las PASO, las elecciones generales y el ballotage; si bien la obra yo la pensé como un análisis de la sociedad en la que nos estamos convirtiendo con un aparato ideológico del Estado muy potente, toda esta coyuntura que atravesó la obra la transformó en una cosa muy referente a la actualidad»
-¿Trabajás a partir de la improvisación?
-Tengo un guion básico, sobre ese guion básico improviso y después agrego o saco de lo que tenía en la escritura. En este espectáculo incursioné también en la realización de objetos, el aparato que se ve en escena, por ejemplo, es una estufa que se me rompió que uní con un trípode que encontré en la calle, moladora en funcionamiento, cortar, pegar y armé el aparato, que es como la estrella, porque es como una cosa que está ahí e impone un futuro raro, porque también ese futuro se cae a pedazos, es de chapa, salen mal las cosas, bien argento. Después está también el mapping, esa luz que al mismo tiempo es escenografía, que me permite ir a mi casa con teletransportación o desdoblarme.
-El tema principal es el poder.
-Si, el poder, y ver también, eso lo plantea la obra, que hay un poder abajo del poder, el poder parece que fuera el dictador pero en realidad hay un estado profundo que de alguna manera maneja los piolines del poder verdadero y también la cuestión de la sociedad actual que te impulsa cada vez más a estar individualmente solo y menos colectivamente juntos.
-En «Salvajada» componés dos personajes de registros muy distintos, un inspector de escuela que comienza a sospechar de un niño con particularidades propias y un domador de circo, en una obra de enorme vuelo.
-Sí, es un trabajo muy hermoso, «Salvajada» trata un poco de qué le pasa al distinto, al diferente, qué nos pasa a nosotros como sociedad de ver a alguien como diferente, ante el que en vez de sumarlo en su diferencia lo apartamos, le hacemos bulying en la escuela, lo perseguimos, hacemos de él a veces un negocio. La adaptación de Mauricio Kartun es perfecta, el cuento ya es bárbaro pero la adaptación lo potencia muchísimo levantando todos los mecanismos de representación, así como todos los juegos de objetos que propone. Está el imaginario de Horacio Quiroga con el imaginario de Kartun y la dirección y confección de Luis Rivera López con el grupo Libertablas con mucha experiencia en este tipo de trabajo, junto con la sensibilidad de la actuación que conforman un trabajo grupal estupendo.