Los senadores libertarios no tienen línea. Villarruel teme que si convoca a sesiones la ataque Santiago Caputo. La Rosada intentó contrarrestar con un proyecto para desaforar a todos los corruptos del Congreso.
Cristina Kirchner desafió a Javier Milei a votar el próximo miércoles la expulsión de Edgardo Kueider, el senador aliado de la Casa Rosada, preso en Paraguay por intentar ingresar ilegalmente una mochila con más de 200 mil dólares.
«Fijate que tu Vicepresidenta no se olvide de convocar a sesionar y que tus 6 senadores bajen al recinto para dar quórum», lanzó por Twitter la ex Presidenta, y agregó: «¿O Kueider es tuyo y lo van a dejar seguir siendo senador porque tienen miedo que hable?».
Las dos líneas cayeron como misiles en el campamento mileísta. Fuentes parlamentarias dijeron a LPO este sábado que Victoria Villarruel «no sabe qué hacer». «Si convoca formalmente a sesión, se arriesga a un nuevo ataque de Santiago Caputo y, si no convoca, el peronismo podría forzar la apertura del recinto igual y sería un escándalo», explicaron.
El temor de la vicepresidenta no es disparatado. La última semana de sesiones ordinarias, como reveló LPO en exclusiva, Santiago Caputo la puenteó y ordenó al bloque libertario que evite que sesione el Senado. Ahora, con el escándalo Kueider estallado, Caputo reforzó esa posición. El pase del senador entrerriano a las filas libertarias fue un cierre personal de Santiago Caputo que a cambio le dio posiciones en la represa de Salto Grande y presionó fuerte para que lo nombren al frente de la Bicameral de Inteligencia. Pero fracasó.
El senador Kueider incluso está sospechado de haber cobrado coimas para dar un voto clave para aprobar la ley Bases y el peronismo ya empuja una comisión investigadora sobre las irregularidades que rodearon la sanción de esa ley.
Hasta este viernes, el gobierno había tratado de desmarcarse de Kueider, excusándose en que ingresó como senador en la boleta del Frente de Todos en 2019. Sin embargo, LPO reveló que hubo contactos entre el asesor estrella del Presidente y Lule Menem con legisladores aliados en la Cámara Alta para evaluar la profundidad de la crisis y convinieron mantener cerrado el Senado porque, si los libertarios se quedan sin Kueider, el interbloque de José Mayans y Juliana di Tullio treparía a 34 bancas -la reemplazante de Kueider es la camporista Stefanía Cora- y le bastaría con el auxilio ocasional de los santacruceños, los misioneros o los radicales para lograr mayoría con facilidad.
De hecho, la expulsión de Kueider sería casi inevitable, según las cuentas que hacen en el peronismo. A los 33 senadores de UP, en un despacho identificado con un gobernador, agregan a Carlos Omar Arce y Sonia Rojas Decut, quienes habrían recibido directivas del misionero Hugo Passalacqua de acompañar su destitución.
Un senador peronista incluso fue más punzante: «¿Luis Juez, que fue fiscal anticorrupción, lo va a salvar a Kueider?», planteó en diálogo con LPO.
Los integrantes del bloque PRO, presidido por el legislador cordobés, mantendrán su reunión este martes para definir una posición. «Es muy difícil no votar su destitución», admitió una de sus senadoras.
En tanto, la bancada libertaria lucía desorientada, acaso sin línea. Y en los pasillos de la Cámara Alta uno de los representantes de Milei deslizó que el formoseño Francisco Paoltroni, eyectado del bloque de Ezequiel Atauche por atacar a Caputo y pedirle a Milei que retire el pliego de Ariel Lijo, daría quórum si la Vicepresidenta convoca a sesión.
Hasta los radicales, que evitaron cualquier precisión en público, reconocen que lo del entrerriano les resulta indefendible.
Para colmo, la amenaza de alentar un proyecto que permita expulsar a todos los legisladores que tengan causas abiertas por corrupción, diseñada en las usinas de Caputo en Balcarce 50 para tratar de distraer, cayó en saco roto. «Era para decir que no nos pisemos el poncho entre nosotros», tradujeron cerca de uno de los aliados del gobierno.
En ese contexto, también empieza a palparse malestar entre los senadores que durante el primer año de Milei en la Presidencia ayudaron a construir mayorías parlamentarias. «Nadie del gobierno dio una posición clara», se quejaron, y advirtieron que «si vamos a perder por goleada, podríamos pedir licencia para no estar».
Esa maniobra, en última instancia, también favorecería el trámite de la expulsión porque bajaría el piso de legisladores presentes para que el peronismo alcance los dos tercios del cuerpo con menos voluntades aún.